sábado, 9 de noviembre de 2013

Educación de Mercado.



La educación como la conocemos hoy parece algo necesario para nuestro futuro. Nos obligamos a educarnos por miedo a la inestabilidad que podría generar la falta de ella. ¿O realmente nos complace educarnos? La realidad es que no todos nos sentimos plenos estudiando. Entonces nos preguntamos el por qué: ¿será porque aprendemos en base al pasado; quizás porque existe sólo un tipo de conocimiento valorado o más bien por el método lineal y vacío de enseñanza?.

Hoy la educación está estructurada e ideada en el contexto de la Ilustración y Revolución Industrial. Es modelada en términos de objetivos afines al mundo industrial, pero además opera como éste. Concretamente podemos hacer un símil entre el modelo educacional tradicional y una cadena de montaje del siglo XIX: lineal, rígida, constituida por grupos aislados de individuos intentando rescatar la “especialización del trabajo” y la estandarización de los procesos, con el objetivo único de alimentar y potenciar los procesos y conocimientos industriales. 

 El resultado es simple: una producción en cadena de individuos estandarizados y al servicio de los requerimientos del mercado industrial. Individuos que son espectadores del mundo, simples agentes pasivos y esponjas de una realidad entonces muerta. Enseñados a responder de una sola manera frente a escenarios similares. Enseñados a bloquear la experiencia propia. Enseñados a eliminar todo pensamiento divergente y volvernos ajenos a nuestras inteligencias múltiples. Esto se vuelve inquietante al darnos cuenta que la educación de hoy no ha cambiado en nada. 

El modelo de aprendizaje empleado en los establecimientos educacionales descansa fundamentalmente en dictar clases. En dichas clases se pasan las materias como “verdades absolutas”, lo cual inhibe la creatividad e inquietudes que son intrínsecas a cada ser humano (de acuerdo a estudios psicológicos, la creatividad de los niños se ve mermada con el paso de los años dentro del sistema educacional). En vez de comunicarse el comunicador hace comunicados y depósitos que los educandos, meras incidencias, reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción “bancaria” de la educación es que el único margen de acción que se les ofrece a los educandos es de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Entonces, hemos llegado a construir una educación bancaria que nos aleja de nuestros talentos imponiendo una tiranía del “sentido común”. Si entendemos por tiranía del “sentido común” a todo pensamiento que proporciona eficacia al sistema, el mismo mercado nos entrega señales claras de cuál es el camino a seguir: una carrera como ingeniería comercial representa 2,63 veces un sueldo de una carrera artística. 

Los contenidos de las materias son determinados desde una óptica centralista así como los resultados esperados. Por una parte, la rigidez que implica un aprendizaje lineal (paso a paso), ignora el hecho de que en la práctica (vida real) el aprendizaje es mucho más espontáneo, aleatorio y orgánico. Por otra parte, la estandarización de los resultados esperados redunda en que se espera un “modelo de niño” para cada uno de los niveles. Este estándar es determinado de acuerdo a los requerimientos del sistema, y además por el promedio del comportamiento efectivo de los niños. En otras palabras, el comportamiento del niño se espera que converja a la media de sus compañeros, una media artificial y conveniente. Obviamente un sistema como el explicado ignora la individualidad de cada persona, sus intereses, inquietudes, ritmos aprendizaje y por su puesto su inteligencia múltiple. 

Enseñanza de la economía La enseñanza de la economía no se escapa del escenario antes descrito. En efecto, se trata de una enseñanza basada en un pasado ajeno al nuestro. Importamos conocimientos muertos y caducados. Además de un conocimiento vacío que ignora toda comprensión holística de las variables que interactúan. De hecho, es un enfoque reduccionista de la naturaleza infinitamente compleja de la sociedad. Las personas no son aquellos fríos procesadores de costos y beneficios, como se representa en la teoría neoclásica, sino que seres humanos en busca de relaciones sociales gratificantes, muchos con un grado de compromiso en la acción colectiva, y que se unen a movimientos sociales cuando las condiciones están aptas para aquello. 

Por lo tanto, se vuelve natural pensar una enseñanza de la economía que proporcione los conocimientos necesarios pero a la vez espacios para la duda y la creatividad. Se trata de volver a la vida del conocimiento, entenderlo como una experiencia propia y acorde la situación actual. Dejar aquel modelo lineal y estructurado para dar paso a un modelo orgánico que se nutra del contexto y experiencia. Establecer espacios favorables para aprender a través de la creación, transformación y destrucción del conocimiento (Sistema autopoyético). Cambiando el paradigma se puede llegar a respuestas más acertadas e incluso reconstruir el sentido cultural de lo se entiende por educación. 

Los esquemas tradicionales de educación deben ser cambiados. Modificar el fin y el modo mercantil de la educación democrática para centrarse en un fin y modo acorde a la experiencia humana y el sentido social que implica la educación. O simplemente conservar el sistema educativo actual y asumirlo como una cadena de comida rápida que utiliza un proceso montaje lineal y rígido; y que finalmente hace mal para la salud.

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