¿qué soy? Una foto, un nickname, una URL, sí. ¿Una persona?… formalmente sí, pero en lo concreto, no necesariamente. Por eso siempre me ha parecido forzada la denomación de "amigos" en Facebook. Esos no son amigos, son contactos.
He visto –y también sido parte– de algunas interacciones online poco amistosas. No lo digo desde la teoría. Resulta fácil –me ha pasado estar de ambos lados– cuando alguien se apura demasiado, profundiza poco y se equivoca. Esas equivocaciones pueden hacer daño. Tras cada nickname suele haber una persona, y tras cada persona, otras. Es escaso lo que sabemos de alguien por su perfil público y aunque haya información, poco sirve si no nos damos el tiempo. Además, aunque leamos todo lo que hay online sobre alguien, no conocemos su contexto, su estado de ánimo en cada momento, y por lo tanto tenemos muy poca idea acerca de cómo leerá nuestras informaciones o acciones online.
Nuestra sociedad, con sus guerras grandes y pequeñas, explotación del hombre por el hombre, clasismo, agresiones y abusos varios, genera ciudadanos con dificultad para valorar al otro, empatizar, cuidar, y hasta quienes intentamos hacerlo mejor nos puedemos equivocar, porque estamos inmersos y vulnerables.
Nuestra forma de vida moderna y conectada parece estar alterando una característica humana fundamental: nos distinguimos de los animales en que tenemos imaginación, y eso nos permite imaginarnos en el lugar del otro. Si dejamos de hacer ese ejercicio, nos convertimos en algo menos que humanos y poco más que partes de un engranaje gigante, robots.
Esa vulnerabilidad se incrementa online, por la sobreoferta de información y porque en una pantalla no vemos la expresión corporal de las emociones, a riesgo de cosificar al otro y olvidar que es un ser humano vulnerable también.
Creo entonces que esto es algo sobre lo cual debemos reflexionar, porque es un problema creciente. Ya no somos solamente los nerds o geeks; están nuestros padres y abuelos, hijos y nietos, clientes y proveedores, amigos y rivales, interactuando con nosotros y entre ellos de manera cada vez más veloz, intensa y sin preparación. La masificación de la Internet nos está poniendo a prueba, y desde equivocaciones por falta de atención hasta el "trolleo", pasando por la rumorología y otras formas de abuso online dan cuenta de que no siempre pasamos la prueba.
Bajar las revoluciones, incrementar las reflexiones
El pensador francés Paul Virilio advierte de lo que llama "accidente global", y entre los factores de riesgo está la velocidad. Sostiene que cada cambio cualitativo en la tecnología ha sido un cambio en dicho vector; el caballo, la rueda, el fuego, la imprenta, la electricidad, etcétera, han ido acelerando el quehacer humano. Es posible que la Internet sea una velocidad para las cual nuestras mentes no están preparadas.
Invito entonces a reflexionar sobre este tema, preguntarnos si estamos poniendo atención suficiente en lo que decimos, en a quién agregamos como contacto, en qué plataformas participamos, etc.
emprendenet.jimdo.com
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