Estimada y estimado lector, lo invitamos a que hacer un breve ejercicio. Permítanos situarle en un escenario hipotético (que puede que no lo sea): usted es un estudiante de la Educación Técnica en Chile.
Usted cursa actualmente tercero o cuarto medio en uno de los 946 Liceos Técnico Profesionales que existen en el país. Usted es parte de la mitad de los alumnos de la educación media que optan por esta modalidad. Probablemente, muchos de sus compañeros provienen de hogares con una compleja vida económica, social y psicológica; y que además realizan su proceso educativo en colegios con infraestructura inadecuada y equipamientos técnicos de mitad del siglo pasado.
Posiblemente, no sería extraño que el director de su colegio, figura clave para generar cambios positivos dentro de su establecimiento educacional, formara parte del 90% que no cuenta con un título relacionado con la Educación Técnica.
El trayecto de su desarrollo educativo y laboral, lamentablemente, dependerá mucho de si usted es hombre o mujer. Si fuese hombre –parte del 54% del total de alumnos de la Educación Media Técnica-, con seguridad estudiará especialidades marcadas por la presencia masculina, como las áreas de metalmecánica, minería, electricidad y construcción, que además son las que obtienen mejores condiciones laborales. En cambio, si fuese mujer –el otro 46%–, seguramente se formará en especialidades como técnico en párvulos, confección y programas sociales, que son las que tienen remuneraciones más bajas y posibilidades escasas de emplearse bajo condiciones dignas de trabajo.
Ahora, independiente de su género, imagínese que quiera continuar estudios superiores en algún Centro de Formación Técnica o Instituto Profesional. Para eso, primero, pensará en enfrentar la PSU. Cuando llegue aquel día no se extrañe en hallarla difícil, puesto que esta prueba está diseñada para aquellos alumnos que estudiaron contenidos educativos en colegios científico-humanistas.
Sin considerar cómo le fue realmente en la PSU, usted está consciente del valor que significa mejorar los aprendizajes adquiridos en la enseñanza media; y es por eso que deposita toda su esperanza y confianza en instituciones de educación superior que velarán por el cumplimiento de sus metas. Y aunque es posible que termine estudiando en instituciones acreditadas (sólo 15 IP y 13 CFT lo están), rondan aún otras 90 entidades que ni siquiera cuentan con los requerimientos mínimos de calidad. Finalmente, éstas podrían terminar por sepultar su esperanza y confianza de desarrollar sus habilidades y capacidades como persona y profesional.
Si al hacer esta breve experiencia sintió pesada la mochila, lo invitamos a sumarse a nuestra campaña “Por una Nueva Educación Técnica Ahora”. Creemos que podemos mejorar esa situación, sobre todo si se tiene en cuenta que casi la mitad de los alumnos de la Educación Técnica Profesional estudian en liceos públicos.
Hacemos un llamado a revitalizar y fortalecer la Educación Técnica, Chile necesita que el Estado, Gobierno y ciudadanía se hagan cargo de la Educación Técnico Profesional. Los invitamos a firmar el Manifiesto en http://www.educaciontecnicaahora.cl, de esa forma contribuyen a poner urgencia sobre el tema, cambiar positivamente la situación, y finalmente, aliviar la mochila de los estudiantes de la Educación Técnica Profesional.
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